"No
juzgues
todo lo que desconoces.
No te rías
de los que no son
veloces.
Pero sobre todo,
no subestimes
el gran poder de otras
voces."
Las flechas vuelan a una velocidad abismal. Puede que tú seas
uno de los objetivos, cualquiera puede querer herirte. La mitad de la sociedad
contra la otra mitad, ¿parece justo, verdad? Cada uno libra sus propias
batallas, armado de valor y de una pizca de egoísmo. Con el carcaj lleno y el
arco preparado, disparamos a todas las direcciones, para alcanzar así, el mayor
número de afectados posible. Acechamos al mismo tiempo en el que somos
acechados, intercambiando a menudo el rol entre el cazador y la presa.
Los vocablos que salen de nuestras gargantas son los causantes
de esas profundas heridas. Los disparamos cual flechas ardientes y dañan en lo
más hondo de cada ser; palabras que hieren, perforan y se adentran en nuestra
conciencia, añadiendo más sufrimiento a nuestra ya mísera existencia.
A pesar de ello, quiero que mi carcaj solo contenga flechas de
flores, sonrisas o alegría, para que de ese modo, rompa ese juego de rol de una
vez por todas y trace mi propio camino. Soy una voz minúscula en una gran sociedad,
pero estoy segura de que habrá muchas personas que intenten liberarse de esas
cadenas y dejar de ser juzgadas. Todas las pequeñas voces formaremos un gran
equipo que vencerá tanto a los prejuicios como a los patrones trazados por un
puñado de gente. Porque, a fin de cuentas, uno a uno somos insignificantes,
pero juntos somos inmortales.
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